Relaciones Sociales
Papeles y Roles Sociales
Como es ámpliamente sabido, los seres humanos somos seres sociales por naturaleza. Lo que seguramente no sea tan conocido es el cómo las diferentes formas de comunicarse con los demás puede afectar tanto a nivel patológico como de competencia social.
En la comunicación existen varios aspectos a tener en cuenta. Es comúnmente conocido que podemos distinguir entre la comunicación verbal y la no-verbal. Pero no todo es tan sencillo. Para Erving Goffman (1956), sociólogo canadiense, las personas interactuamos en base a un papel, como si de una obra de teatro se tratase. En otras palabras, según el autor, en cada interacción social interpretamos un papel (entendido como pauta de acción preestablecida). Y para ello, no solo están incluidas las personas involucradas en ese proceso comunicativo que es la interacción humana, sino que, por un lado, el decorado, es decir, el contexto, también influye en dicha comunicación. Por ejemplo, estar desnudo en una playa nudista es comúnmente aceptado y, sin embargo, en otros sitios puede ser considerado hasta un delito. Por otro lado, la «fachada personal», es decir la apariencia que tenemos (vestimenta, género, edad, etc.), y los modales con que nos comportamos, como gestos, expresiones faciales, etc., influyen de forma dramática en el resultado de esa interacción comunicativa. Hay que tener en cuenta que todos estos elementos también son la base del prejuicio.
Según este autor, la actuación que se realiza es extremadamente importante ya que debe de interpretarse de forma correcta y congruente. Para ello, todo actuante, de forma plenamente automática e inadvertida para su consciencia, basa su actuación en unos parámetros muy concretos:
- Idealización: toda actuación tiene que ser perfecta, con el objetivo de mostrar aquellos estándares cogruentes con el papel interpretado y ocultar aquellos que no lo son. Un ejemplo claro lo tenemos en las redes sociales, como Instagram, donde la realidad proyectada ha pasado un filtro para mostrar solo aquello coherente con el papel que se quiere interpretar. En el mundo social, pues, nos esforzamos para adaptarnos a un objeto irreal, imaginario, perfecto, y nos presentamos así a los demás.
- Realización Dramática: toda actuación, además de lo anterior, tiene que destacar o subrayar de alguna forma aquellos signos que cumplan las expectativas del papel interpretado. En otras palabras, además de ser congruente con el papel, hay que exagerar ciertos atributos importantes para la credibilidad del papel.
- Tergiversación: consiste en la realización de una falsa actuación, de interpretar un papel que no se domina o de mentir en su interpretación. La consecuencia social del descubrimiento del impostor es que damos por sentado que, además del hecho concreto tergiversado, otros aspectos de la persona también pueden ser mentira. Es decir, se generaliza la duda a todos los aspectos de la persona. Esto suele ocurrir en las infidelidades, donde la sensación en la pareja es de incredulidad o de que en realidad no se conoce al otro, de que todo ha sido una mentira. Este fenómeno, por otro lado, también suele estar involucrado en la ansiedad social y en el síndrome del impostor. En éste último sucede que la persona, a pesar de interpretar muy bien su papel, es decir, de tener las competencias para el desarrollo de, por ejemplo, su profesión, él o ella no lo ve de esa forma. Por tanto, existe un temor constante a que el supuesto fraude sea descubierto.
Tipos de Comunicación Verbal y No Verbal
Volviendo a la temática de la comunicación verbal y la no-verbal, tenemos que mencionar a Watzlawick, Bavelas y Jackson (1991) y su libro «La comunicación patológica», donde profundizan en estos aspectos. Para estos autores existen dos niveles de comunicación: el nivel de contenido, que puede equipararse a lo que conocemos como comunicación verbal, y el nivel relacional, que, con ciertos matices, podemos entender como comunicación no verbal. Ambos aspectos de la comunicación son inseparables y definen la relación que se establece entre dos o más personas.
En cuanto al nivel de contenido, hace referencia a un objeto externo a la relación y se vincula con los «datos» o información concreta que se está dando. En otras palabras, remite al significado literal del mensaje. Por eso, al nivel de contenido se le conoce como «comunicación digital».
Respecto al nivel relacional, es mucho más implícito y la referencia es interna a la relación. Remite a como se tiene que interpretar la información digital. Es decir, determina el sentido o la forma de la información y, por tanto, está relacionado con los metadatos de la comunicación. En este caso, pues, estamos hablando de la forma de entender el mensaje. Por ello, a este nivel se le llama «comunicación analógica», y pretende responder a los aspectos relacionales de la comunicación: ¿Quien soy?, ¿Qué soy?, ¿Quien eres?, ¿Qué eres?, ¿Quienes somos?, ¿Qué somos?, ¿Cómo nos tratamos? ¿Qué tenemos permitido hacer unos y otros? ¿Qué no podemos hacer?. Este seria el caso, por ejemplo, de las personas que mantienen relaciones íntimas entre ellos pero que no han definido suficientemente si son pareja o no. En este caso, aparecen las discusiones sobre si pueden tener relaciones con otras personas, sobre si se tienen que tratar como amigos, pareja o simples compañeros de diversión.
En este sentido, los conflictos suelen aparecer cuando se da una confusión entre los dos niveles comunicativos. Es decir, cuando los problemas se intentan resolver en un ámbito comunicativo pero, realmente, se sitúan en el otro. Por ello, si se da una importancia excesiva al nivel relacional, puede desencadenar una lucha de poder entre los comunicadores, donde el contenido sea lo menos importante de todo. En esta batalla, donde solo se están proponiendo definiciones de la naturaleza de la relación y de sí mismos, se puede llegar al rechazo mutuo y la ruptura de la relación. Veámoslo con un ejemplo. Se trata de una reunión de amigos en un bar:
- Jaime: ¡Vengo a subir el nivel de conversación de esta mesa!
- Dani: Sí, como tronista, ¿No?
Tal y como podemos ver, a nivel de contenido la respuesta no tiene ningún sentido lógico. Todo se mueve en el terreno de los implícitos, en el terreno analógico. Es decir, la respuesta no viene motivada porque Jaime realmente participe en un programa de tele-basura (nivel de contenido), sino por la definición de la relación y de sí mismo que hay implícita (nivel de relación). Metacomunicacionalmente, lo que Jaime está diciendo es: «yo soy más inteligente que vosotros», cosa que Dani capta y rechaza esa definición de la relación con una respuesta cuyo implícito seria: «¡no vayas tan de listo!».
Habilidades Sociales
A día de hoy nos movemos en muchos sistemas sociales distintos, con sus reglas y normas particulares. Son ejemplos la pareja, la familia, la comunidad de vecinos, la escuela, el trabajo, los amigos de la universidad, los de la infancia, etc. Cada uno puede hacer el ejercicio de averiguar en cuantos grupos se mueve actualmente y se sorprenderá de la cantidad de sistemas en los que participa. Y no solo eso, también hay que tener en cuenta otros contactos sociales que forman parte de nuestro macrosistema socio-cultural, como los dependientes del supermercado, los conductores de autobús, la policía, etc. Por lo tanto, queda claro que las habilidades sociales son un elemento indispensable para nuestro bienestar psíquico y mental. Así, es frecuente encontrarse profesores, médicos o jefes que son muy competentes profesionalmente hablando pero, sin embargo, no saben interactuar constructivamente con sus alumnos, pacientes o empleados.
Además, la hegemonía de las redes sociales ha tenido muchos efectos no deseados en la comunicación social directa. Así, no es extraño observar como los miembros de un grupo ya no interactuan directamente, sino que lo hacen a través de los dispositivos móviles. En otros casos, aunque estén manteniendo una conversación verbal directa, no pueden evitar revisar las notificaciones de las redes sociales en el movil, como Whatsapp, Facebook o Instagram. Todo esto tiene consecuencias negativas, como el hecho de que las personas no adquieran las habilidades necesarias para comunicarse con otros y, en consecuencia, no puedan mantener una relación social efectiva y satisfactoria, con las consecuencias a nivel psicológico que ello conlleva.
Teniendo en cuenta lo que acabamos de decir, la mala noticia es que estas habilidades son originalmente adquiridas a través de experiencias previas, durante la infancia y la adolescencia. Y no solo a través de nuestros padres y profesores, ya que la televisión, el cine y, en general, los medios de comunicación tienen una influencia enorme a la hora de modelar nuestro comportamiento social. A todo esto, hay que añadir los efectos que tiene nuestra propia personalidad en nuestro comportamiento social.
Pero la buena noticia es que nuestras respuestas a situaciones sociales se ven modificadas continuamente por las consecuencias sociales a que dan lugar. En otras palabras, las habilidades sociales se pueden entrenar y este entrenamiento tiene por objetivo ampliar el repertorio de competencias conductuales a través de una variedad de situaciones. Por todo esto, hay que entender que, muchas veces, a una persona se la puede calificar como introvertida o como tímida cuando, en realidad, es posible que no disponga de las habilidades necesarias para relacionarse adecuadamente con los demás en las interacciones cotidianas.
¿Por qué debería entrenar mis habilidades sociales?
Las habilidades sociales son fundamentales tanto como finalidad en sí misma como para conseguir otros objetivos en los que éstas juegan un papel ineludible. Es decir, tanto para iniciar y desarrollar relaciones interpersonales en sí mismas, como para conseguir otros objetivos donde las relaciones interpersonales juegan un papel intermediario como, por ejemplo, pasar una entrevista de trabajo y conseguir un empleo.
En este sentido, el entrenamiento en habilidades sociales está destinado a cubrir una serie de déficits interpersonales y específicos, entre las que se incluyen:
- La falta de habilidades conversacionales en general, útiles para iniciar y mantener conversaciones. Aquí podemos incluir también las habilidades para halagar a otras personas por sus cualidades positivas.
- La falta de habilidades para pedir citas (ligar) o para tener amigos con los que charlar cordialmente.
- La falta de asertividad, que resulta útil para el manejo de conductas poco razonables por parte de los demás. Estas habilidades equipan a la persona con una serie de procedimientos socialmente adecuados para expresar sentimientos, desacuerdos y peticiones para que el antagonista cambie su conducta poco razonable.
- La falta de eficacia en las entrevistas de trabajo.
Si te sientes identificado con alguno de estos aspectos, ponte en contacto con PSICOSALUT
Referencias
Goffman, E. (1959). The presentation of Self in Everyday Life. Nueva York: Anchor Books.
Watzlawick, P., Bavelas, J.B., i Jackson, D. (1991 ). La comunicación patológica. Teoría de la comunicación humana. Interacciones, patologías y paradojas . Barcelona: Editoral Herder.