Psicosalut Centre de Psicologia Sanitària

Estrés y Afrontamiento

MARK ASO ROLDÁN

Psicólogo Sanitario

Actualizada el 28/03/2020

El Estrés Como Proceso Fisiológico de Adaptación

Todos conocemos lo que es el estrés y las reacciones que provoca en nuestro organismo. A nivel fisiológico es muy parecido a la ansiedad por lo que, entre otros síntomas, podemos experimentar:

  • Tensión muscular, a menudo en el cuello y la espalda, que se traduce en contracturas frecuentes.
  • Mandíbula rígida
  • Problemas estomacales, como calambres intestinales, diarrea o estreñimiento
  • Náuseas
  • Dolores de cabeza
  • Problemas para dormir
  • Opresión en el pecho
  • Alteraciones respiratorias, como la sensación de falta de aire o nudo en la garganta
  • Hiperventilación
  • Palpitaciones y/o aumento de la frecuencia cardíaca
  • Incremento de la tensión arterial
  • Temblores
  • Sequedad de boca
  • Disfunción sexual
  • Falta o aumento del apetito, con posible presencia de atracones
  • Cansancio
  • Pies y manos frías
  • Sudoración excesiva
  • Irritabilidad

Por otra parte, el estrés también puede tener consecuencias evidentes a nivel físico. No es de extrañar que, después de un periodo de gran esfuerzo, como el periodo de exámenes, el cumplimiento de una fecha límite, la presentación de impuestos, la época estival en la hosteleria, etc., nos aparezcan algunas dolencias a nivel cutáneo, ocular o bucal, que no sabemos atribuir muy bien a qué se deben. Entre ellas, podemos nombrar la aparición de orzuelos, herpes simpleherpes zósterabscesos, llagas o aftaseccemastiña, o candidiasis. Una de las causas que facilitan su aparición es la debilitación del sistema inmune, la cual cosa aumenta la vulnerabilidad de nuestro organismo a virus, bacterias y hongos.

Sin embrago, el origen de esta sintomatología es bien distinto a la ansiedad. Mientras que esta última tiene una estrecha relación con el miedo, el estrés se origina por una falta de competencia percibida.

Entonces, ¿Por qué ocurre esto y por qué se parece tanto a la ansiedad? Porque las situaciones que las provocan requieren de una respuesta similar: preparar y potenciar al organismo para enfrentar un peligro futuro (en el caso de la ansiedad), y preparar al organismo para hacer frente a una demanda que requiere muchos de nuestros recursos (en el caso del estrés). En otras palabras, ambas situaciones disparan las reacciones de “lucha-huída”, mediante la activación del sistema nervioso simpático y del sistema hormonal hipófisio-corticosuprarrenal.

De lo anterior se desprende que el estrés es una respuesta inespecífica del organismo para responder y ajustarse a una demanda del entorno. Para entender mejor esta reacción biológica, nos podemos ir a su extremo. Primero veamos qué ocurre ante una situación extrema. Esto es, situaciones de riesgo de muerte como guerras, terrorismo, desastres naturales, pérdidas significativas, etc.

En una situación de este tipo, las reacciones de estrés se componen de tres fases, las cuales se pueden ver en la siguiente imagen: la Reacción de Alarma (rojo), la Etapa de Resistencia (amarillo), y la Etapa de Agotamiento (gris) (Selye, 1960).

Fases Estrés
  • Reacción de Alarma (R.A.): se trata de la respuesta inicial del organismo ante el acontecimiento estresante o estresor y la podemos subdividir en la fase de Choque y la de Contrachoque. La primera es la reacción inmediata ante el estimulo amenazante, por lo que la reacción del organismo incluye la pérdida del tono muscular y la disminución de la temperatura que se traduce en la “congelación” del individuo ante la amenaza. Esto tendría relación con la reacción de “Inmovilidad Tónica” que puede ocurrir, por ejemplo, ante una violación. Como respuesta, el cuerpo entra en la fase de Contrachoque para compensar este desequilibrio con un incremento de la presión arterial e hipertermia.
  • Etapa de Resistencia (E.R.): esta es la fase en la que se produce la adaptación ante el agente estresor, por lo que desaparecen los síntomas de la fase anterior. Existe, por tanto, una resistencia aumentada al agente nocivo.
  • Etapa de Agotamiento (E.A.): si no ha habido una reducción en la intensidad del estresor, el organismo pierde la adaptación ganada en la Fase de Resistencia, reaparece la sintomatología inicial y, en casos realmente extremos, puede significar la muerte del organismo como consecuencia del estrés. Si, por el contrario, esta situación es superada, entonces es muy probable que se produzca un Trastorno de Estrés Agudo o un Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT).

Ahora bien, el estrés no solo es consecuencia de eventos extremos. También se produce en situaciones de nuestra vida cotidiana. Así, durante estos sucesos menores, la reacción descrita anteriormente sucede con mucha menor intensidad y el organismo tiene la posibilidad de adaptarse y aprender de la situación, por lo que el “nivel de resistencia normal” (línea horizontal de la imagen) puede ser creciente. A menudo, pues, ocurre que tenemos marcadas unas metas y propósitos demasiado elevados, cosa que nos da la sensación de no llegar, de no poder conseguir aquello programado y convenido y de que se nos hace una montaña con las cosas que debemos hacer. Las palabras que mejor describen esta situación son el “Tengo que…”:

  • Tengo que entregar este trabajo
  • Tengo que estudiar más si quiero aprobar
  • Tengo que ir a buscar a los niños al cole
  • Etcétera

Hay que resaltar, no obstante, que el estrés puede ser la respuesta del organismo tanto a estímulos y experiencias desagradables como agradables. Por ejemplo, un atleta de élite puede disfrutar de lo que hace y, sin embargo, la exigencia de sobreesfuerzo del organismo también comporta una reacción de estrés.

Factores Psicológicos Implicados

En todo este proceso hay que tener en cuenta que los factores psicológicos juegan un papel trascendental en la reacción de estrés. Más incluso que las características físicas del factor estresor. En concreto, la percepción de control sobre ese agente estresor es lo que determinará nuestro malestar fisiológico, emocional y conductual (Weiss, 1971). En este sentido, pues, podemos establecer dos dimensiones que determinarán nuestro grado de bienestar o malestar: El grado de control y las exigencias de la tarea.

Control y exigencia estrés

En el eje horizontal encontramos el grado de exigencia de la tarea, según si ésta es baja o alta, mientras que en el eje vertical encontramos el factor psicológico de “percepción de control”. Cabe señalar que, aunque una tarea particular pueda resultar sencilla, la acumulación de tareas se puede convertir en una meta difícil de alcanzar y, en consecuencia, provocar gran estrés. Las diferencias entre el cuadrante de color verde y el rojo son que, en el primero, existe motivación para el aprendizaje, mientras que en el segundo existe tensión psicológica y hay riesgo de provocar alguna enfermedad física si la situación se mantiene durante un largo periodo de tiempo.

No obstante, hay que matizar la importancia de las dos dimensiones descritas. En este sentido hay que tener en cuenta que el grado de control no es objetivo, sino subjetivo, y que depende de la evaluación que hagamos, la cual, a su vez, depende de factores de nuestra personalidad, autoestima, autoeficacia, locus de control y optimismo. Es decir, una persona puede ser perfectamente competente para resolver una determinada situación y, sin embargo, experimentar altos niveles de estrés ante las perspectivas poco realistas de fracasar.

Y ahora sí que nos encontramos en condiciones de ofrecer una definición mucho más precisa, ya que disponemos de los tres ingredientes fundamentales: el estrés es, pues, el conjunto de las relaciones establecidas entre la situación concreta y la persona que la vive, siendo esta situación valorada por la persona como algo que excede sus propios recursos y pone en peligro su bienestar personal (Lazarus y Folkman, 1984). Por tanto, y como se ha dicho, nos encontramos con 3 factores clave que forman parte de la reacción de estrés: (1) La situación objetiva; (2) el control objetivo que tenemos sobre dicha situación y; (3) la evaluación subjetiva de la situación y de nuestra capacidad para hacerle frente.

Evaluación y control estrés

Afrontamiento del Estrés

El afrontamiento se define como el esfuerzo que hace una persona para hacer frente al estrés. Se trata, pues, del esfuerzo para manejar tanto las demandas externas que provoca una situación, como el estado emocional desagradable que experimentamos internamente.

Por ello, podemos hablar de afrontamiento centrado en el problema y afrontamiento focalizado en la emoción, los cuales no son mutuamente excluyentes.

  • Afrontamiento focalizado en el problema: se da cuando el individuo actúa activamente sobre el ambiente para alterar la fuente generadora de estrés. Por ejemplo, ante las dificultades para encontrar empleo, uno puede empezar a fantasear que las energías del cosmos atraerán el trabajo. Este sería un claro ejemplo de una estrategia desadaptativa focalizada en el problema.
  • Afrontamiento focalizado en la emoción: en este caso, el individuo se centra en la forma de tratar las propias emociones más que en modificar la situación en sí misma. Consiste, pues, en regular la intensidad y la valencia de la respuesta emocional del estrés. Siguiendo con el ejemplo anterior, la falta de trabajo puede provocar autocríticas y aislamiento social. Estas dos (autocrítica y aislamiento social), también serian estrategias desadaptativas.

Estas dos modalidades de afrontamiento, tal como hemos visto en los ejemplos, pueden adquirir una forma o bien adaptativa o bien desadaptativa. A continuación se muestra una clasificación de estrategias adaptativas y desadaptativas, centradas en el problema o centradas en la emoción:

Estrategias Adaptativas Focalizadas en el Problema:

  • Resolución de Problemas: se trata de una estrategia destinada a actuar directamente sobre la situación estresante. En el caso del ejemplo podría consistir en modificar la estructura y el contenido del Currículum Vitae.
  • Reestructuración Cognitiva: consiste en modificar el significado del evento estresante. En el ejemplo anterior, se podría pensar que el mercado laboral está en una mala situación y que, como él, se encuentran muchas otras personas.

Estrategias Desadaptativas Focalizadas en el Problema:

  • Pensamiento Desiderativo: en esta estrategia se tiende a fantasear con alternativas y ficciones pasadas, presentes o futuras. A menudo adquiere la forma de pensamiento mágico y sería el caso del ejemplo que hemos puesto sobre las energías del cosmos.
  • Evitación de Problemas: en este caso, se evitaría la situación problemática, por ejemplo, no enviando más Currículums ni tomando ninguna medida para corregir la situación, bien poniendo excusas para evitar buscar trabajo y fracasar en el intento, o bien desconectándose e intentando que el problema desaparezca de nuestra mente.

Estrategias Adaptativas Focalizadas en la Emoción:

  • Expresión Emocional: implica la expresión de las propias emociones en vez de ocultarlas. Por ejemplo, hablando de las sensaciones de frustración con amigos o con la pareja por no encontrar trabajo.
  • Apoyo Social: hace referencia a la cantidad y calidad de relaciones que un individuo tiene con otras personas y a los grupos de pertenencia de los que forma parte. En otras palabras, se trata de la disponibilidad de apoyo que tiene una persona y se relaciona estrechamente con sus Habilidades Sociales. En este sentido, la persona puede recurrir a estos grupos con el objetivo de recibir apoyo y que otras personas la ayuden a tomar medidas.

Estrategias Desadaptativas Focalizadas en la Emoción:

  • Autocrítica: se trata de culparse por la situación estresante que está ocurriendo y juzgarse con demasiada severidad. En el caso del ejemplo, la persona desempleada se diría que es un inútil o poco competente, cosa que puede provocar sentimientos de vergüenza, inutilidad, depresión, etc.
  • Retirada Social: consiste en retirarse de su entorno social y aislarse.

A continuación adjuntamos una tabla resumen de todas las estrategias de afrontamiento del estrés clasificadas según si son Adaptativas o Desadapativas y si están centradas en el Problema o en la Emoción:

Afrontamiento problema y emoción

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Personalidad, Estrés y Salud Física

La personalidad juega un papel crucial en cómo experimentamos el estrés y en cómo éste puede afectar seriamente a nuestra salud. La afectación a nuestra salud mental es evidente, pudiendo provocar diversos trastornos relacionados con la ansiedad, el estado de ánimo (depresión), adicciones y conductas compulsivas. Sin embargo, también existen varios tipos de personalidad que, aparejados a una mala gestión del estrés, se vinculan con la enfermedad física (Grossarth-Maticeck y Eysenk, 1990, 1991), y de éstos, en concreto hay dos que son extremadamente relevantes por su gravedad. Antes de continuar hay que aclarar que estos estilos de personalidad surgen de los modelos generales que puedes consultar con mayor detalle aquí.

  • Personalidad Tipo 1: Predisposición al Cáncer. La persona con un patrón de personalidad de este tipo se caracteriza por ser una persona altamente dependiente y conformista, ya sea hacia otras personas o hacia objetos que tengan un valor emocional para ella. Este tipo de personas delegan su bienestar y felicidad en otras personas u objetos. Son personas que toman una actitud pasiva ante el estrés y ante la vida en general, por lo que muestran sentimientos de desesperanza e indefensión y suelen reprimir la expresión de sus emociones.
  • Personalidad Tipo 2: Predisposición a la Cardiopatía Coronaria (CC). La forma de reaccionar al estrés de estas personas se caracteriza por expresiones de ira, agresividad e irritación crónicas. Tienen dificultades para establecer relaciones emocionales estables y suelen ser vistas como personas con una alta negatividad. Este tipo de personalidad supone un factor de vulnerabilidad hacia la Cardiopatía Coronaria e ictus, además de otras dolencias como úlceras gastrointestinales e hipertensión.

Para establecer estas relaciones se utilizó la metodología científica de carácter longitudinal, en la que se evaluó la personalidad en un gran número de personas y 10 años más tarde se calcularon los índices de mortalidad y sus causas para cada grupo (Eysenck, 1988).

Esta vulnerabilidad a la enfermedad se explica por el incremento de cortisol en sangre que produce el estado de estrés, cosa que reduce la competencia inmunológica y, por tanto, aumenta la vulnerabilidad a las enfermedades como el cáncer o las enfermedades infecciosas (Personalidad Tipo 1). Por su parte, el incremento de la actividad del Sistema Nervioso Simpático y de adrenalina en sangre conduce a un deterioro en la estructura y función vasculares (Personalidad Tipo 2).

Finalmente, también cabe señalar que esta relación entre personalidad y mala salud puede ser incrementada por una reducción de conductas salutogénicas y un aumento de conductas nocivas para la salud.

Referencias

Eysenck, H. J. (1988). Personality and stress as causal factors in cancer and coronary heart disease. En M. P. Janisse (Ed.), Individual differences, stress, and health psychology (pp. 129-145). Nueva York: Springer Verlag.

 

Grossarth-Maticek, R., y Eysenck, H. J. (1990). Personality, stress and disease: Description and validation of a new inventory. Psychological Reports, 66, 355-373.

 

Grossarth-Maticek, R., y Eysenck, H. J. (1991a). Personality, stress, and motivational factors in drinking as determinants of risk for cancer and coronary heart disease. Psychological Reports, 69, 1027-1045.

 

Lazarus, R. S., y Folkman, S. (1984). Stress, appraisal and coping. Nueva York: Springer Publishing Company

 

Selye, H. (1956). The stress of life. McGraw-Hill.

 

Weiss, J. M. (1971). Effects of coping behavior in different warning signal conditions on stress pathology in rats. Journal of Comparative and Physiological Psychology, 1, 1-14.