Psicosalut Centre de Psicologia Sanitària

Sexo y Relaciones Sexuales

MARK ASO ROLDÁN

Psicólogo Sanitario

Actualizada el 16/04/2020

Aspectos a Tener en Cuenta

El sexo es una parte inextricable de la existencia humana y va mucho más allá del mero acto reproductivo. En el ser humano, como en muchas especies de animales superiores, el sexo se ha convertido en una forma social de relacionarse que tampoco se limita al simple acto de seducción o cortejo. Podríamos decir, por tanto, que todo lo que rodea al sexo es una construcción social en la que al acto reproductivo propiamente dicho le ha tocado un papel extremadamente pequeño.

En las siguientes secciones, vamos a hablar de los aspectos inexcusables que hay que tener en cuenta para entender el sexo en el ser humano. Entre ellas, podemos mencionar algunas formas de relaciones sexuales que podemos encontrar, la distinción entre el Arousal Sexual y el Deseo Sexual, así como algunos trastornos relacionados con la actividad sexual. Pero antes de entrar en esos puntos, es importante distinguir dos conceptos que a día de hoy se encuentran en boca de todos, los cuales poco o nada se relacionan con el acto reproductivo biológicamente hablando. Estamos hablando del género y la identidad u orientación sexual.

El Género

Como toda construcción social, el género surge de las diferencias físicas observables y evidentes entre los sexos, el llamado dimorfismo sexual, que además incluye las diferencias cromosómicas, hormonales, fisiológicas, y también emocionales y conductuales. Digamos que, histórica y culturalmente hablando, la diferenciación sexual es la semilla a partir de la cual se construye todo el edificio conceptual que envuelve al género.

Tradicionalmente se han distinguido dos géneros, el masculino y el femenino. El proceso mediante el cual la cultura extrema estas diferencias observables, y añade muchas otras conceptuales, se denomina proceso de tipificación sexual (Maccoby, 1966). Concretamente, la tipificación sexual es el proceso mediante el que vamos adquiriendo y asimilando una serie de conductas, comportamientos, preferencias, actitudes, habilidades, autoconceptos, y hasta objetos, que tienen una “marca” de género y que, por tanto, están relacionados con la forma “correcta” de ser hombre o mujer que se ha establecido en la propia cultura. En este caso, además de hablar de género masculino y género femenino, podemos hablar de los roles de género, asignados a cada uno de los géneros.

Sin embargo, a medida que se hace más evidente la distinción entre “lo físico” y “lo construido” e impuesto, se observa que estos dos conceptos no son parte de un continuo en cuyos extremos opuestos y excluyentes se encuentran el “hombre ideal” y la “mujer ideal”. Más bien, se trataría de dimensiones independientes, cosa que nos daría cuatro tipos de concepciones del género: los clásicos masculino y femenino, a los que se añadiría la androginia y la indiferenciación (Bem, 1974). Teniendo en cuenta todo lo dicho, no cabe decir que una persona con atributos sexuales femeninos puede sentirse como hombre, así como una persona con atributos sexuales masculinos puede concebirse como una mujer, en cuyo caso nos encontraríamos con una persona transgénero.

Androginia, masculinidad, feminidad

La Identidad / Orientación Sexual

La orientación sexual puede definirse como la atracción sexual, relativamente duradera, hacia el otro sexo (heterosexualidad), hacia el mismo sexo (homosexualidad), hacia ambos sexos (bisexualidad), o hacia ninguno de los dos (asexualidad). A pesar de ser una definición muy clara, a nivel conductual, ¿Dónde acaban los límites de un tipo de orientación y empiezan los de otro? ¿Qué conductas son indicativas de un tipo de orientación sexual? Una caricia, un beso, un abrazo, e incluso el acto sexual, ¿indican categóricamente nuestra orientación sexual? Todos estos elementos son puramente culturales y demuestran que realmente es muy difícil que exista una orientación sexual pura, ideal y categórica. Más bien, en gran medida depende del contexto y de la cultura. A este respecto, podemos distinguir entre atracción sexual (¿Qué siento?), identificación con la orientación sexual (¿Qué soy), y comportamiento sexual (¿Qué hago?), los cuales se distribuyen en un continuo de mayor influencia biológica a menor. Esto último nos demuestra que existe un grado importante de “fluidez sexual”, sin que una persona se tenga que identificar necesariamente con una orientación sexual concreta.

Orientación Sexual

En cuanto a los elementos biológicos que marcan nuestras tendencias sexuales respecto a la atracción sexual, podemos destacar datos encontrados a nivel neuronal, hormonal, de dominancia de los hemisferios cerebrales, cromosómico, y de orden de nacimiento, que constatan una correlación entre diferentes tipos de orientación sexual. 

Referente a la evidencia a nivel neuronal, estaríamos hablando de diferencias importantes en el hipotálamo y regiones aledañas que median en el comportamiento sexual de otros mamíferos (Bogaert y Skorska, 2020), cosa que nos da razones de peso para extrapolar que lo mismo ocurre con nosotros. 

Respecto a las hormonas, se han observado diferencias en la exposición prenatal a diferentes hormonas, sugiriendo que los hombres gay reciben una menor exposición a los andrógenos prenatales que sus homólogos heterosexuales, mientras que mujeres lesbianas tienen una exposición superior a la misma hormona que sus homólogas heterosexuales (Breedlove, 2017). 

Por lo que corresponde a la dominancia cerebral, se ha observado que tiene efectos en la orientación sexual, probablemente debido a las diferencias en la influencia de la exposición prenatal a los andrógenos. En otras palabras, los zurdos y ambidiestros tienen mayor tendencia a sentir atracción por el mismo sexo que los puramente diestros (Lalumiere et al, 2000). 

A nivel cromosómico, se ha observado que el cromosoma sexual X, además de los cromosomas 4, 7, 8, 10, 11, 12, 13, 14 y 15, en su conjunto, pueden tener una gran influencia en la orientación sexual masculina (Bogaert y Skorska, 2020), la cual cosa demostraría que es un rasgo poligénico. 

Finalmente, el orden de nacimiento también se ha constatado que debe de tener alguna influencia en la orientación sexual, puesto que aquellos hombres con un mayor número de hermanos masculinos tienen mayores tendencias homosexuales o asexuales, probablemente debido a una respuesta del sistema inmune de la madre hacia el feto (ibíd.).

Relaciones Humanas y Sexuales

Lo más común en la sociedad occidental es la monogamia heterosexual, habiéndose fijado históricamente mediante el rito del matrimonio. Sin embargo, nuestra sociedad ha ido evolucionando hacia una monogamia secuencial. Esto es, cambiar de pareja varias veces a lo largo de nuestras vidas, pero siempre de forma sucesiva, en serie o en cadena. De hecho, hacerlo de forma simultánea, es decir, la poligamia, puede conllevar un gran nivel de estigma en nuestra sociedad, catalogándolo como “infidelidad”, “traición”, “adulterio”, “fornicación” o “cuernos”. Por otro lado, también es cierto que con la evolución hacia una sociedad mucho más tolerante, cada vez son vistas con mayor naturalidad las relaciones homosexuales, aunque aún siguen dándose muchas reacciones homofóbicas.

Por su parte, la tecnología también ha facilitado la aparición de otro tipo de encuentros sexuales más impersonales, como el cibersexo o el sexting, e incluso anónimos. Además, en determinados sectores de la población también se aceptan otros tipos de relaciones sexuales y personales, como el sexo casual, los que incluyen a más de dos personas, los intercambios de pareja (swingers), o lo que se conoce como “cuckolding”, en lo que ya nos adentraríamos en el mundo del fetichismo y de las parafílias. En este punto hay que añadir que las parafílias no son necesariamente trastornos, puesto que los intereses y comportamientos sexuales atípicos no son necesariamente patológicos.

El Deseo Sexual y el Arousal Sexual

El Arousal Sexual es una característica innata de todos los animales de reproducción sexual. Se trata de un estado emocional que tiene correlatos a nivel psicológico y fisiológico (p.e. una erección), y está influenciado por hormonas como el estradiol y la testosterona. El Arousal Sexual, pues, nos prepara o predispone para el acto sexual. En este sentido, sin tal emoción, la especie estaría condenada a la extinción.

En relación con el binomio fisiológico-psicológico, cabe añadir que, aunque se puede tener una erección (reacción fisiológica), no necesariamente tiene que existir excitación sexual (experiencia subjetiva), cosa que también se puede dar a la inversa. Así, el Arousal Sexual puede dispararse o inhibirse tanto a partir de estímulos internos y externos, como de forma consciente e inintencionada. Aquí es donde podemos diferenciar, en el caso de los hombres, la disfunción eréctil psicógena y la disfunción eréctil física (neurógena y vascular). El Arousal Sexual, pues, puede considerarse como la antesala del Deseo Sexual.

El Deseo Dexual, a diferencia del Arousal Sexual, es un estado motivacional que está dirigido hacia el exterior y tiene el objetivo de iniciar un acto sexual. En la generación del Deseo Sexual participa todo el sistema cognitivo, como la memoria, la atención, y procesos de pensamiento automáticos e intencionados. Además, el propio contexto también ejerce gran influencia en la activación del Deseo Sexual. Por tanto, ambos procesos están relacionados con el acto sexual, aunque afectan a esferas distintas.

deseo sexual

Sin embargo, tanto en el Deseo Sexual como en el Arousal, no todas las partes del cuerpo de una potencial pareja sexual juegan el mismo papel; a nivel visual, hay partes del cuerpo mucho más relevantes que otras. Si bien es cierto que hay componentes culturales que influyen en la intensidad del papel de cada parte del cuerpo, no es menos cierto que determinados estímulos visuales, como los genitales, los glúteos, los labios, los senos, el pelo, o la musculatura, así como determinadas tonalidades de colores, tienen la capacidad natural de provocar una mayor excitación sexual que otras. En otras palabras, hay un sesgo atencional capaz de desviar la atención desde una región extremadamente importante para el ser humano, como es la cara, hacia determinadas partes del cuerpo que disparan el deseo sexual (Cogoni et al, 2018).

Es decir, que el Deseo Sexual se puede potenciar fácilmente mediante ayudas y soportes externos. Estamos hablando de elementos tan comunes y conocidos como prendas de vestir, maquillaje, y comunicación no verbal a nivel visual, el uso de perfumes y colonias a nivel olfativo, y el sonido ambiental y el estilo de comunicación verbal, a nivel auditivo. Obviamente, ya no cabe mencionar que cualquier estímulo a nivel táctil tiene un mayor potencial de provocar el Deseo Sexual (o de desvanecerlo, según el caso).

Llevar ese impulso innato al extremo nos lleva a lo que conocemos como “objetificación sexual”, que se da cuando las partes sexuales o funciones sexuales de una persona son separadas de la persona como totalidad, reduciendo su estatus a meros instrumentos sexuales. Es decir, cuando se objetifica a una persona, se la priva de su mente, de su estatus moral y de su capacidad de agencia, capacidades que nos distinguen tanto de los animales como de los objetos inanimados.

Sin embargo, a partir de lo  dicho hasta el momento, se puede deducir que la “objetificación” como tal, forma parte del deseo y del proceso de excitación sexual, por lo que, sería más preciso hablar de hombres o mujeres “sexualizados” que no “objetificados” (Cogoni et al, 2018).

Así, la conjugación entre la atracción sexual (deseo y arousal sexual), junto con las ayudas y soportes externos que hemos mencionado más arriba, nos conduce al término “seducción”. La seducción no es más que el proceso para despertar el deseo sexual en una potencial pareja, y fundamentalmente se realiza en el terreno de los implícitos, en el nivel analógico del proceso comunicativo. La seducción y el flirteo, pues, se pueden considerar como habilidades sociales que tienen el objetivo de aumentar la probabilidad de establecer contacto con potenciales parejas románticas, habilidades que pueden ser utilizadas tanto por hombres como por mujeres.

Trastornos Asociados con la Sexualidad

Una vez vistos algunos de los conceptos, experiencias y procesos que intervienen en las relaciones sexuales que compartimos todos los seres humanos, pasamos a enumerar algunos de los problemas más comunes asociados al sexo. Hay que tener en cuenta que todos estos trastornos conllevan factores asociados que pueden generar o contribuir a su agravamiento, como son los factores relacionales (como una mala comunicación), factores de la pareja (problemas sexuales de la pareja o su estado de salud), factores propios (tener una imagen corporal negativa de sí mismo, o antecedentes de abuso sexual o emocional), sufrir algún trastorno psicológico (depresión, ansiedad, etc.), factores culturales o religiosos, y factores médicos que interfieren con las relaciones sexuales.

  • Eyaculación Retardada: Se da cuando el hombre sufre de la incapacidad o retraso excesivo para alcanzar la eyaculación, a pesar de existir el deseo y la estimulación sexual adecuada.
  • Disfunción Eréctil: Se trata del fracaso repetido para conseguir o mantener las erecciones durante la actividad sexual en pareja. Puede ocurrir tanto en situaciones concretas, como de forma generalizada, en todo tipo de situaciones, estimulaciones o parejas. Este trastorno eréctil puede tener consecuencias importantes a nivel psicológico, como baja autoestima, tener un afecto deprimido o ansiedad.
  • Trastorno Orgásmico Femenino: Se trata de una marcada dificultad para experimentar el orgasmo o de la disminución de su intensidad. Un factor determinante es que esto suceda en la mayoría de situaciones y debe de haber un malestar asociado a este hecho. Hay que tener en cuenta que el hecho de que una mujer no experimente orgasmos durante la penetración no es un factor relevante, puesto que la mayoría de mujeres suelen experimentar el orgasmo a través de la estimulación del clítoris.
  • Trastorno del Interés o Excitación Sexual (Falta de Deseo): Puede ocurrir tanto en hombres como en mujeres y tiene que existir una ausencia o una disminución importante de su frecuencia y/o intensidad. Esto se puede manifestar mediante una falta de interés en la actividad sexual, una ausencia de fantasías o pensamientos eróticos y sexuales, la reticencia a iniciar la actividad sexual y a responder a las invitaciones sexuales de la pareja, así como en la incapacidad para excitarse sexualmente. En el hombre puede estar asociado con problemas de erección o eyaculación y, en mujeres, puede estar asociado al dolor o problemas con el orgasmo.
  • Trastorno de dolor Génito-Pélvico/Penetración (Vaginismo): Se trata de las dificultades persistentes en la penetración que, a menudo, suelen experimentarse con dolor, sumado a un temor o ansiedad asociado al mismo hecho de sentir dolor. También se da tensión o una contracción marcada de los músculos del suelo pélvico durante el intento de penetración vaginal. Puede alcanzar a afectar la inserción de tampones o las exploraciones ginecológicas. Este trastorno, a menudo suele asociarse con una falta de deseo e interés sexual.
  • Eyaculación Precoz: Se da cuando la eyaculación tiene lugar antes o poco tiempo después de la penetración. Tiene que ocurrir de forma recurrente y antes de que lo desee el individuo, el cual no tiene ningún control al respecto. Suele establecerse un punto de corte de 60 segundos para determinar el diagnóstico, y es independiente de la orientación sexual del individuo.
  • Adicción al Sexo (Hipersexualidad): Un elevado deseo sexual y una gran frecuencia de fantasías sexuales no son determinantes a la hora de realizar un diagnóstico. La adicción al sexo tiene consecuencias negativas en el entorno familiar, laboral, social, económico, y/o individual. En este sentido, se trata de un trastorno caracterizado por el poco control del individuo respecto al impulso sexual, y puede ser motivado tanto por emociones negativas, como la ansiedad, como por emociones positivas. La actividad del individuo puede ser muy variada y, entre sus conductas, encontramos la masturbación compulsiva, la visualización constante de pornografía, la gran inversión de tiempo en cibersexo, recurrir constantemente a la prostitución, la realización de masajes eróticos, y un largo etcétera. Todo esto puede estar acompañado de infidelidades constantes hacia la pareja y de un gran desembolso de dinero.
  • Trastornos Parafílicos: Se incluyen trastornos relacionados con el cortejo o la seducción (Voyeurismo, Exhibicionismo, y Frotteurismo), trastornos relacionados con el dolor y el sufrimiento (Masoquismo y Sadismo sexuales), y trastornos relacionados con las preferencias sexuales (Pedofilia, Fetichismo y Trastorno de Travestismo). Existen otros Trastornos Parafílicos menos comunes, pero igual de importantes, como pueden ser la Zoofilia, la Urofília, la Coprofilia, la Clismafília, etcétera.

Cuando Consultar al Psicólogo

Hay que tener presente que un problema en la esfera sexual puede tener consecuencias a nivel generalizado en la relación de pareja (y viceversa), como por ejemplo, no sentirse atractivos, sentirse rechazados, generar discusiones y malentendidos, etc. Por ello, es importante poder generar la comunicación adecuada dentro de la pareja y obtener ayuda externa en caso necesario.

Por otro lado, a pesar de ser una parte esencial de la existencia humana, cada persona ve y vive el sexo de una forma distinta. Esto, sumado a que muchos de los elementos que componen las relaciones sexuales siguen viéndose como un tabú, es difícil establecer unos patrones de comunicación adecuados para hablar y para compartir experiencias y necesidades. Y esto no solo ocurre en las intimidades de una relación de pareja. También se da a nivel de amistades, familiares, etc. Por ejemplo, ¿Cómo se trata con un hijo o hija adolescente esa transición al descubrimiento de su sexualidad? ¿Cómo se le puede decir a la pareja lo que nos gusta o lo que no? O ¿Cómo exponemos que queremos probar alguna experiencia nueva o fuera de lo habitual, o comprar algún juguete? Estas son algunas preguntas muy comunes que pueden surgir en cualquier relación. Por ello, no solo es importante consultar al psicólogo cuando se padece algún tipo de trastorno ya que esos pequeños problemas y dificultades que pueden ir creciendo con el tiempo haciéndose más graves.

Si crees que puede ser útil hablar sobre algun tema relacionado con el sexo, contacta con PSICOSALUT

Referencias

Cogoni, C., Carnaghi, A., Mitrovic, A., Leder, H., Fantoni, C., y Silani, G. (2018) Understanding the mechanisms behind the sexualized-body inversion hypothesis: The role of asymmetry and attention biases. PLoS ONE 13(4), 1-27.

 

Bem, S. L. (1974). The measurement of psychological androgyny. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 42(2), 155–162. https://doi.org/10.1037/h0036215

 

Bogaert, A. F., y Skorska, M. N. (2020). A short review of biological research on the development of sexual orientation. Hormones and Behavior, 119.

 

Bouchard, K. N., Dawson, S. J., y Lalumière, M. L. (2017). The effects of sex drive and paraphilic interests on paraphilic behaviours in a nonclinical sample of men and women. The Canadian Journal of Human Sexuality 26(2), 97-111.

 

Breedlove, S. M. (2017). Prenatal influences on human sexual orientation: expectations versus data.  Archives of Sex Behavior, 46, 1583-1592.

 

Laan, E., y Both, S. (2008). What makes women experience desire? Feminism & Psychology, 18(4), 505–514. https://doi.org/10.1177/0959353508095533

 

Lalumiere, M. L., Blanchard, R., y Zucker, K. J. (2000). Sexual orientation and handedness in men and women: A meta-analysis. Psychological Bulletin, 126, 575-592.

 

Maccoby, E. E. (1966). The development of sex differences. Stanford, CA: Stanford University Press.